Biografía

Fetén Fetén es mucho más que el proyecto musical de Jorge Arribas y Diego Galaz, es el lenguaje del alma hecho armonía. Sus primeros compases se escuchan en 2009  naciendo de la necesidad de estos músicos burgaleses de poner banda sonora a sus influencias y recuerdos. 

    La música de esta original formación es una lectura contemporánea de la música tradicional y de la música popular de baile, géneros que los inspiran y que homenajean utilizando la imaginación y la creatividad como banderas. Dos enamorados de los instrumentos diferentes, ya que, además de los más convencionales, en su directo podemos escuchar el serrucho, el violín trompeta, la flauta silla de camping o el recogeval.

Sus composiciones nos guían, a ritmos de baile por fox-trot, vals, chotis, seguidillas o habaneras, meciéndonos con sus acordes por la Península Ibérica y haciéndonos volar de Italia a Japón o de Argentina a Portugal.

Estas melodías instrumentales para escuchar y bailar en directo recorren nuestras raíces e incorporan matices renovadores que evocan los distintos paisajes del mundo que los artistas han conocido en sus intensas giras internacionales y que ya han llevado por toda la geografía española en los más de 1.000 conciertos realizados.


Desde que comenzara su andadura en 2009, el dúo ha autoproducido con micromecenazgo los álbumes   “Fetén Fetén” (2011) y “Bailables” (2014). 
En 2016 llegaría “Cantables”, un disco en el que incorporan letras y voces a sus composiciones musicales con artistas de la talla de Fito Cabrales, Jorge Drexler, Julieta Venegas o Natalia Lafourcade, entre otros. 
En el 2018 publican “Melodías de Ultramar”, autoproducción en la que nos proponen acompañarles en los viajes que han realizado por los mares y océanos que unen cada uno de los lugares visitados por esta original formación, y en los que se han nutrido de diferentes ritmos y estilos musicales, reinventando la manera de entender la música popular por parte de estos dos originales artistas. 


En septiembre de 2021, junto al compositor y productor Sebastian Schon editaron “Cantables II” en el que de nuevo suman letras y cantantes a sus melodías en 16 canciones interpretadas por artistas como Coque Malla, Bunbury, El Kanka, Depedro o la M.O.D.A.


 
 
Fetén Fetén son:

  • Diego Galaz: Violín, violín trompeta, phonoviolín, serrucho, mandolina, gaviotas y… vacas.
  • Jorge Arribas: Acordeón, flauta silla de camping, ala de buitre, basuri, recogeval, gaita box de vino, castañuelas y… cencerro.

 

Lo que la prensa dice…

"El humor, el vitalismo y la técnica de Fetén Fetén obliga a quererlos" (Fernando Neira) 
“Seguramente la mejor banda en directo para todos los públicos” (Diego Manrique)
“El extraordinario directo de unos musicazos distintos que hacen honor a su nombre” (Diario Crítico)
“Fetén Fetén viene a demostrar que otra música es posible” (El País)
“Una fiesta de sonidos y emociones” (Eldiario.es)
“Un espectáculo alegre y dinámico lleno de improvisación y emociones a través de la música popular” (20 minutos)
“El dúo Fetén Fetén pertenece a esa arriesgada estirpe de músicos puros, dotados de conocimiento y curiosidad para dar y tomar simultáneamente (…) Su música es simpática, cercana y juguetona." (Metrópoli, El Mundo)
“Fetén Fetén, ¡me encanta el nombre! Es un dúo original, arriesgado, que convierte todos sus directos en una fiesta para los sentidos”. (Andreu Buenafuente)
"Fetén Fetén, los luthiers de la España vacía" (El País Semanal)

FETÉN FETÉN: LA FELICIDAD EXENTA DE NEGACIONISTAS

Por FERNANDO NEIRA

No se lo van a creer, pero hemos tenido noticia de un grupo musical en España que lleva diez años, ¡diez!, dedicándose exclusivamente a eso, a hacer música. Buena, muy buena, puede que cada vez mejor. El suyo es un nombre extraño, por repetido; seguramente fruto de alguna chanza privada, porque resultan ser gente risueña y buena. Y a sus artífices no se les conocen estudios de mercadotecnia, alardes fotogénicos, experimentos virales en las redes de la vanidad, manejos de autotunes ni de otros caparazones eléctricos o electrónicos que sirvan para disimular carencias y camuflarlas como hitos de la modernidad. Qué va. Fetén Fetén solo saben dedicarse a lo suyo. Pero son buenos hasta ese punto al que ni siquiera la hipérbole alcanza.

En cierta ocasión les pregunté a Arribas y Galaz por el número de instrumentos que sabían tocar cada uno de ellos con un mínimo de solvencia. ¿Cuatro, cinco, diez? Se les puso el gesto abrumado, como aquel a quien se le acaba de formular una pregunta de complejidad extrema y suplica que le eximan de responder. Al final, y por toda contestación, optaron por un leve encogimiento de hombros. No era jactancia, desde luego, sino pura humildad. Nunca se les había ocurrido hacer la cuenta o barruntar que semejantes habilidades y sabidurías merecieran ser numeradas o implicasen un valor excepcional. ¿O es que acaso un artesano se detuvo alguna vez a contabilizar cuántos cachivaches habían acabado encontrando acomodo en su mesa de herramientas?

Los instrumentos musicales, a ojos de nuestro tándem, no son material para el pavoneo, sino artilugios para la expresión más trascendente y profunda, los legatarios de una herencia fundamental que nos confiaron nuestros tatarabuelos. Por eso no hay afán de numerar ni competir, porque ni la belleza ni el talento pueden cuantificarse o fluctúan en función de los vaivenes del Ibex 35 o los designios del Instituto Nacional de Estadística. Existe solo la responsabilidad profunda con esas voces y pueblos que nos antecedieron; el compromiso íntimo de mantener viva esa cadena de transmisión de las emociones.

Solo esa convicción, la de eslabón en una preciosa línea de aprendizaje a lo largo de la historia, permite a Diego y Jorge ser tan serios, rigurosos y concienzudos con su trabajo, pero a la vez tan divertidos y pertinentes para una misión especial dificilísima: la expansión contagiosa de la felicidad. Solo la efervescencia de Fetén Fetén cuando hacen sonar su arsenal de instrumentos, cuando ponen a girar su particular manivela de los sueños, es capaz de competir con la ómicron en velocidad de expansión. Con la inmensa ventaja en su caso –y benditos sean los dos por ello– de que no se han descrito contraindicaciones para su medicina.

Porque estos dos mocetones de esa Castilla no tan vieja como sabia deben de ser ahora mismo los únicos, en este mundo desquiciado y demente, a los que por el momento no les han surgido negacionistas.

Ojalá el efecto benéfico de su bálsamo se prolongue durante muchos años, irrumpa en el torrente sanguíneo de nuevas generaciones y vaya conociendo los suficientes apóstoles dispuestos a consagrar sus mejores esfuerzos a la expansión de la alegría sonora nacida de ese ingenio secular que atesora el ser humano. He ahí, bien pensado, otro buen motivo para que ellos dos no despeguen los pies del suelo, por muy fuerte que pudieran resonarles los ecos de los aplausos. Mientras la humanidad dedica ahora colosales esfuerzos a la expansión de la bilis o su inmolación en las espirales de desprecio al prójimo, los que nos antecedieron eran capaces de tallar con la navaja una simple caña y aventurarse, con esa flautilla improvisada, a la conquista de corazones propios y ajenos. Aquello sí que era tirarse al monte. Menos mal que unos pocos valientes como Diego y Jorge, Jorge y Diego, han decidido perseverar en las expediciones por esas mágicas veredas de los montañeros.